Qué ver en Dublín
Artística y cultural; divertida y desenfadada; acogedora y familiar. Dublín ofrece a quien la visita un abanico de posibilidades tan amplio que hacen de la ciudad un destino ideal para escaparse en fines de semana o puentes. Además, sus excelentes comunicaciones con el resto del país y los magníficos precios que suelen ofrecer las compañías aéreas para volar hasta allí sirven para potenciar a una Dublín deseosa de recoger el testigo de otras grandes capitales europeas.
Probablemente sea su ambiente nocturno lo más conocido fuera del país. Sus pubs, imagen de otros muchos locales de cervezas creados por todo el resto del planeta, son quizás lo más buscado por la gente joven que se desplaza hasta Irlanda. La noche en Irlanda no sólo está reservada a los jóvenes, sin embargo, pues gente de todas las edades se concentra desde muy temprano, a las 4 de la tarde, cuando la noche comienza ya a caer, en la zona de Temple Bar, el barrio más animado sin duda de la ciudad.
Por su tamaño Dublín es fácil y recomendable de visitar a pie. Si bien los transportes nos llevarán con facilidad y rapidez a cualquier punto de la ciudad, su alta concentración de puntos de interés en zonas cercanas permiten que el paseo sea, cuando menos, muy agradable. Siendo así, ¿por qué no disfrutar de su elegancia, de sus aires georgianos y de su serena belleza? en cada calle, en cada barrio podremos descubrir algo y rememorar una buena parte de una Historia, la de Dublín e Irlanda en general, íntimamente ligados con el casi eterno enfrentamiento que siempre han tenido con la Corona inglesa en lucha por su independencia.
Ciudad Monumental
La Catedral de San Patricio y la Iglesia de Christ Church ejemplifican el contraste religioso de una ciudad que durante siglos permaneció dividida entre el catolicismo y el protestantismo. Católica la primera, protestante la segunda, ambas son emblemas monumentales de la arquitectura irlandesa medieval. Mientras Christ Church, la protestante, data del año 1.030 y su cripta es una de las más antiguas de Europa, la Catedral de San Patricio, la católica, fue fundada en el año 1.191. Allí, en un lugar preferencial, se encuentran los restos de Jonathan Swift, escritor creador de los «Viajes de Gulliver» entre otras, y muy implicado en la reconstrucción de una iglesia que fue duramente castigada por los fratricidas enfrentamientos con los ingleses siglos atrás.
No muy lejos de Christ Church, se encuentra el Castillo de Dublín, curiosamente casi oculto tras algunos edificios de reciente construcción. Construido en el año 1.204, el castillo fue usado en la época de la dominación inglesa para castigar a los irlandeses que se oponían a sus leyes. Tradiciones como el uso de la lengua gaélica o la celebración de misas católicas fueron prohibidas desde el siglo XV y el castigo suponía el ser decapitados y sus cabezas colgadas de los muros de este castillo. De ahí el odio de los irlandeses por este monumento de tan trágico pasado.
En el City Hall, el ayuntamiento de la ciudad, prácticamente al lado del castillo, se puede asistir a una exhibición en la que se nos cuenta toda la Historia de esta gran ciudad.
Siguiendo por Dame Street llegaremos hasta el magnífico edificio del Banco de Irlanda en el que, como curiosidad, podréis observar que tiene todas las ventanas tapiadas, precisamente para evitar el pago de impuesto a los ingleses, quienes cobraban una tasa familiar en función del número de ventanas que tuviera el edificio en cuestión.
Frente a él se encuentra uno de los emblemas de la ciudad de Dublín, el Trinity College, la mayor Universidad del país y una de las más prestigiosas de toda Europa. Allí estudiaron grandes escritores y pensadores irlandeses, y allí se encuentra también el más importante tesoro nacional irlandés, el libro de Kells, cuatro manuscritos de incalculable valor decorados en oro y datados en el año 806, que representan a los cuatro evangelios. Digna de visitar y admirar es también la Long Room, una impresionante biblioteca completamente tallada en madera que alberga en su interior más de 200.000 volúmenes en sus ajadas estanterías.
Por último, y más como elemento representativo fotográfico de Dublin, está el Liffey Bridge, más popularmente conocido como «Ha’Penny Bridge«, construido en el año 1816, que cruza sobre el río Liffey, el cual divide a Dublín en dos partes perfectamente diferenciadas.
Ciudad artística y cultural
Es curioso que un país tan relativamente pequeño cuente ya con cuatro premios nobel de Literatura, el último de los cuales fue reconocido a Seamus Heaney en el año 1995. Dublín cuida con esmero a sus artistas. Es una ciudad volcada en el arte y la cultura, no en vano la Unesco la ha reconocido en este 2011 como Capital de la Literatura. Tanto es así que podría establecerse todo un recorrido por la ciudad ligado a las artes donde museos y centros culturales se dan la mano.
Si comenzamos por la zona de Merrion Square llegaremos hasta la casa de Oscar Wilde, otro de los grandes escritores irlandeses del siglo pasado. En este barrio, de marcado carácter georgiano, se encuentran algunos de los principales museos de la ciudad: la National Gallery, el Museo de Historia Natural y el Museo Nacional. Si nos marchamos en dirección a la céntrica Daniel O’Connell Street, nos encontraremos con el Museo de los Escritores y con el James Joyce Centre y un poco más cerca del río el Abbey Theatre de gran importancia en la historia de esta ciudad, pues fue el primero que se fundó en Dublín allá por el año 1904 y que estuvo ligado en aquellos primeros años a escritores irlandeses que buscaban resucitar a través de sus obras la antigua cultura celta y las tradiciones locales.
Para acabar con nuestra visita cultural debemos pasarnos por el Old Temple Bar, una zona de aires bohemios donde encontraremos las más exóticas tiendas y librerías de la ciudad.
Dublín, ciudad animada
Hablar de los pubs en Irlanda son palabras mayores. No se concibe un pub en la ciudad que no tenga música en vivo y en la que no se pueda disfrutar de un buen «craic», como llaman los irlandeses a las reuniones en la que se comparten con los amigos un buen rato de charla frente a una cerveza. La visita que no debe faltar si vamos a Dublín es la de la zona de Temple Bar, donde la sucesión de pubs es interminable, y donde la animación comienza nada más desaparecer los primeros rayos de sol, a partir de las 4 de la tarde, y hasta las 12 ó 1 de la mañana.
Cerca del río se encuentra también la Destilería Old Jameson. Junto con la cerveza, el whisky es la otra bebida nacional, y el Old Jameson el más conocido de los whiskys irlandeses.
Por supuesto, lo que tampoco faltará en el viaje a Dublín es la visita a la Guinness Storehouse, la antigua fábrica de cerveza Guinness, de tanta tradición en el país, y embajador irlandés en todo el mundo. En la visita a los varios pisos de la fábrica podremos ver toda la historia de esta famosa marca cervecera, además de finalizar con una buena pinta en su Gravity Bar, desde cuyas alturas tendremos las mejores vistas panorámicas de la ciudad de Dublín.
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